miércoles, 11 de diciembre de 2013

PARA TODOS PÚBLICOS. Extremoduro

Todo en esta vida es criticable. Incluso lo que llevas más de media vida escuchando. Las personas cambiamos, y así lo hacen nuestros gustos y nuestro criterio. Y eso es así para los consumidores como para los productores.
Bien, retengamos eso a un lado. De aquí en adelante, seré claro: este disco es el mejor que les recuerdo desde aquel Yo, Minoría Absoluta del ’02. No aporta nada nuevo a su extensa trayectoria, pero conserva los mejores ingredientes que siempre les han funcionado. Poesía alusiva a M. Hernández, Bécquer o Cervantes,rock de los ‘70 de influencia anglosajona, raíces folclóricas del sur, rimas con bragas, y mucha ironía sobre los topicazos y costumbres de este estado parodiado nuestro. Y, para los que duden, el uso de la ironía no es sino síntoma de inteligencia.
Es un disco que, aún sin suponer una ruptura con el sonido de sus dos predecesores, corta por lo sano con tanta melosidad. Me recuerda mucho a lo que supuso en su momento un Canciones Prohibidas, que tardó en cuajar, pero que hoy no decepciona -¡en absoluto!- dentro de la discografía del grupo. De acuerdo, poco tiene que ver con los primeros cuatro o cinco elepés, pero seguramente -gracias a Dios-, tampoco lo tiene aquel Roberto Iniesta con éste (no puedo sino preguntarme si su salud hubiera aguantado en caso de no ser así). Recordemos que estos músicos hoy pasan de los cincuenta, ¡Dios me salve de actuar igual con cincuenta que como lo hacía con veinte! Esto me lleva a pensar lo caprichosos que somos los consumidores de música. Cuando un artista cambia o evoluciona con el tiempo, lo criticamos por ello. Si por contrario, se mantiene fiel a sus orígenes pese al tiempo, lo criticamos por ello. Ya lo predijo Robe, “¿Qué hace esta cabra fuera del rebaño? ¡Vamo’ a tirarla desde el campanario!”.
Pero estaría lejos de la cordura si afirmara que la banda se encuentra en una etapa de autocomplacencia, de homenaje a sí mismos. Mucho más lejos si después los comparara con Sabina, Estopa o Calamaro. No quiero ni pensar a qué me dedicaría si comparara la lírica de Robe con la de grupos como La Oreja de Van Gogh.
Estos tíos siguen conservando algo que nadie ha sido capaz ni siquiera de salpicar. Lejos de la autofelación gratuita, lo que hay dentro de este compacto son nueve trallazos de un sonido propio que ha servido de escuela para muchos, de los que casi todos han querido imitar, pero al que nadie ha logrado acercarse. ¿Cómo si no iban a ser capaces de reventar las listas de ventas sin necesidad de separarse y continuar en solitario? Por otro lado, una tendencia cada vez más habitual, y que seguro sería el camino fácil.
Vaya, si es que esto de criticar… es voluble. Incluso el corte gracioso, el hecho por pasarlo bien, aquél que algunos definen como funky, Mama, tiene su gracia. Y el que crea que el estribillo es absurdo, que se repase todos los Manué publicados hasta ahora. Quizá así comprenda el sentido del humor del que hacen gala estosdesgarbados.
¡Ah! ¡Una última cosa! Por ahí, mis ojos han llegado a leer que el gran problema de este (acabado) grupo era el guitarrista técnico hasta la pesadez Iñaki ‘Uoho’ Antón. Bien. Digerido esto, diré que Iñaki nunca es un problema, si acaso un sustento, como en su día de Platero Y Tú, y de todos los proyectos en los que ha estado envuelto. ¿Técnico hasta la pesadez? Estaremos de acuerdo en una hipotética comparación con Slash, pero por motivos distintos. La palabra ‘visceral’ tomó significado con ellos sobre un escenario. Si no, con todo mi amor y respeto, ya que salta a la vista que, usted, muy señor mío, jamás los ha visto en directo, o sufre una pronunciada amnesia, cómprese un DVD de la gira ’02 de Extremo, después, cualquiera en vivo de Satriani, Vai o Malmsteen… y hablemos.
Como venía diciendo, todo es criticable. Incluso los críticos lo son. Sabido esto diré que han pasado más de diez años desde el último lanzamiento que anhelé con ansia de Extremoduro; reconoceré que su vieja y roída camiseta hoy la uso para dormir; y, aunque hoy me pese, admitiré que fui yo quien no dejó que acabara este disco la primera vez que lo puse en la tienda el día de su precipitado lanzamiento, para poner en su lugar aquel añorado directo del ’97. No me hagáis ni puto caso, pues no era yo, sino mi enajenación. Si te gustaron y todavía hoy te gustan, sal ahí afuera a comprar el disco. No te decepcionará, en absoluto. Si sólo te gustaron, por lo que más quieras, no los entierres antes de tiempo.
Crítica escrita por Borja Figuerola. mariskalrock. 

Decir que la publicación del disco se adelanto como todos sabemos debido a el robo de un cd por un operario en el almacén de la discográfica...

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